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La sopa de letras de la recuperación económica

La sopa de letras de la recuperación económica: ¿U, V, W, L, Z?

Columna de Herman Granzow,

Economista Jefe AFP Habitat

Estando en medio de la vorágine de la pandemia, la gran pregunta que comienza a surgir es qué forma podría ir tomando la recuperación que se espera tenga la economía. A modo de simplificación, el impacto que esta pandemia tendrá en la economía se cree que podría asemejarse a alguna letra del abecedario. Para contextualizar gráficamente estas recuperaciones podemos tomar un ejercicio realizado por el Instituto Brookings en USA, que tomó las principales trayectorias posibles de la recuperación económica que podrían observarse:

En cada uno de los gráficos del panel 1, se toma la trayectoria del PIB que se tenía antes de la irrupción del COVID-19 y se gráfica su evolución en el tiempo junto con la caída que ha ocurrido por el cierre de la economía debido a la pandemia y cuál podría ser su eventual evolución. Las trayectorias posibles dependerán críticamente de los siguientes factores:

Panel 1: Escenarios de recuperación del PIB en el tiempo.

A=recuperación en V

B=recuperación en U

C=recuperación en Z

D= recuperación Nike

E= recuperación en W

F= recuperación en L

Fuente: Brookings Institute y AFP Habitat.

 

Con esto en mente, pasemos a describir qué características tiene cada uno de los potenciales escenarios de recuperación:

En estos escenarios, después de la caída inicial por el cierre forzado (pero necesario) de la economía para contener la expansión del virus, existiría un rebote fuerte que llevará la economía de vuelta a su tendencia (escenario A) o el rebote es los suficientemente fuerte para que la economía tienda en el corto plazo a un nivel mayor de su tendencia (escenario C). Para que esto ocurra, una de las condiciones necesarias es que el consumo que no se llevó a cabo durante el tiempo que la economía estuvo cerrada se concrete rápidamente: los electrodomésticos que se dejaron de reemplazar se compran, las comidas en restaurants que no se hicieron se reactivan, los viajes cancelados se reanudan, el vestuario de temporada se renueva, etc. Las empresas vuelven a producir y las relaciones laborales vuelven a la normalidad.

En estos escenarios, el impacto del COVID-19 tiene una duración mayor. La vuelta a la normalidad es más lenta y quedan cicatrices tanto en los hábitos de consumo de las personas como en las decisiones de inversión de las empresas. Las personas quedan con algunos baches financieros por el período de fragilidad laboral, por lo que postergan sus decisiones de consumo por un tiempo y las empresas necesitan volver a fortalecer sus balances. La recuperación comienza, pero el volver a la normalidad se demora por los comportamientos ya descritos y/o porque es necesario mantener cierto distanciamiento social (por ejemplo, en restaurants solo es posible atender a la mitad de las mesas para resguardar la distancia). En el escenario D, que posee la forma del logo de la empresa Nike, los problemas anteriores tienden a disiparse en un par de trimestres, con la economía volviendo a su tendencia anterior relativamente rápido. Pero en el escenario B, que posee la forma de U, la recuperación puede posponerse por un período más prolongado, pero con el tiempo recuperará su tendencia.

Un caso puede ser que volvamos a tener un brote del virus una vez que pasemos la primera ola, donde todavía no tengamos un tratamiento adecuado (por ejemplo, retraso de la potencial vacuna en más de un año). Esto significaría volver a observar una caída abrupta de la actividad económica y la vuelta a la tendencia se demora más con un mayor costo, como se grafica en el escenario E. Y por último, el escenario en forma de L (escenario F), donde la duración de los cierres y la imposibilidad de volver a la normalidad hacen que la capacidad productiva de la economía se trunque y no se pueda volver a la tendencia anterior. Este tipo de escenario, se puede asemejar a lo que pasó en Chile durante los años 82-83, con caídas de producto durante dos años consecutivos, un porcentaje de empresas quebrando (sobre el 25%) y el empleo no se recuperó hasta después de 5 años.   

Para nuestro país, este año las estimaciones de producto tienen una caída que podría encontrarse entre un -2% (punto medio del rango del Banco Central en IPOM de marzo) y un -4,5% (estimación WEO del FMI de abril). Donde lo que subyace a estas estimaciones es que el principal impacto de los cierres para controlar el virus ocurre durante el segundo trimestre, y ya en el tercer trimestre de este año, la economía comienza su proceso de normalización. Con esto, el rebote del producto tiende a darse en un par de trimestres, y ya a finales del 2021, podríamos observar un nivel del producto que retoma la tendencia previa a esta pandemia. Esto es, lo que estaría implícito en las estimaciones es un escenario tipo D. Pero para que este escenario se cumpla son cruciales estas dos variables:

Tanto las empresas como los trabajadores resienten grandes costos al destruirse la relación laboral. Por un lado, las empresas deben incurrir en altos costos respecto a capacitación, habilidades específicas y conocimientos para que las personas puedan volver a funcionar normalmente en sus contextos laborales, lo cual golpea el nivel de capital humano. Y por el lado de las personas, al destruirse la relación laboral, se genera incertidumbre, ansiedad y desánimo que incluso puede repercutir en la salida de la fuerza laboral. Todo eso golpea en las expectativas, lo que, dentro de las múltiples consecuencias, es que se contrae el consumo, inversión y cae la productividad.

Es por ello que el Programa de Protección del Empleo que se encuentra desarrollando el Gobierno es fundamental, dado que permite que no se destruya la relación laboral entre empresas y personas, donde se permite acceder a los trabajadores al seguro de cesantía para compensar el período donde las empresas no podrán pagar íntegramente los sueldos (y así evitar mayores despidos y quiebres de relación laboral), pero donde al pasar los meses de “hibernación de la economía”, es posible que vuelvan a operar normalmente.

Por ende, para sortear de la mejor manera posible este complejo período para el país, es necesario que se considere la relevancia de este tipo de medidas que se encuentra impulsando el Gobierno, variables del contexto que se pueden controlar en alguna medida (una segunda ola de contagios por mutación del virus o el timing en el que se encuentre una vacuna, son cosas fuera del control de la autoridad), para que no nos entrampemos en algún potencial escenario donde el impacto negativo en la economía se haga permanente.

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